Las tres cartas
muestran una gran preocupación por la difusión de doctrinas falsas o inútiles
(1 Tim 1,3-4; 4,1-5.7; 6,3-10.20; 2 Tim 2,14.16-17.23; 3,1-9; 4,3-4; Tit
1,10-16; 3,9-10). Los falsos maestros que las proponen son en gran parte judíos
convertidos (Tit 1,10), que, en vez de distinguirse en el amor fraterno, de
dedican a palabrerías y pretenden enseñar la Ley (1 Tim 1,5-7; 2 Tim 2,14);
buscan dinero (1 Tim 6,5; Tit 1,11), enseñan fábulas judaicas (1 Tim 4,7) y preceptos
humanos, distinguiendo lo puro de lo impuro (Tit 1,14-15), organizan disputas
sobre la Ley y cuestiones sobre genealogías, que llegan a la pelea (1 Tim 1,4;
6,4-5.20; 2 Tim 2,23; Tit 3.9). Propugnan una ascética que prohíbe el
matrimonio e impone la abstinencia de ciertos alimentos (1 Tim 4,3); algunos
sostenían que la resurrección ya se había efectuado (2 Tim 2,18). Estos
maestros recorrían las casas (Tit 1,11) e impresionaban especialmente a mujeres
de poca cabeza (2 Tim 3,6-7, Tit 1,11).
Todos estos rasgos delinean
el comienzo de un gnosticismo judaizante, no muy lejano del que aparece en Col
2,8.16-23. Lo curioso es que para refutarlo el autor de las cartas no apele a
una teología de Cristo, como ocurre en Col 1,12-20; 2,9-15, sino que invoca
sólo la enseñanza o doctrina tradicional, que ésos han abandonado (1 Tim 4,6;
6,3.20; 2 Tim 1,13; 3,14-15; Tit 2,1).
La actitud del
cristiano se define más como religión o piedad (eusébeia, palabra que no aparece
en los otros escritos de Pablo: 1 Tim 2,2; 3,16; 4,7.8; 6,3.5.6.11; 2 Tim 3,5;
Tit 1,1) que como fe; ésta designa frecuentemente no la actitud cristiana, sino
el contenido de la creencia (por ejemplo, 1 Tim 2,4.7; 3,9; 4,1; 5,8; 6,10.21;
Tit 1,4).
Las comunidades
reflejadas en las cartas están bien organizadas, o al menos se pretende que lo
estén. Los fieles son un cuerpo amorfo, sin personalidad ni relieve, sin
carismas, especialmente sin la guía del Espíritu por medio de la predicación
inspirada (profecía). El Espíritu (solas menciones: 1 Tim 4,1; 2 Tim 1,14; Tit
3,5) no aparece activo en el grupo cristiano, todo se confía a los maestros
capaces de enseñar la doctrina tradicional (2 Tim 2,2), de ahí la insistencia
en la enseñanza de Timoteo (1 Tim 1,18; 4,6.11.13.16; 6,2b.17; 2 Tim 2,24;
4,1-2.5) y de Tito (2,1-10; 3,1.8). La enseñanza, en cuanto se explicita, es en
gran parte moral, detallando la manera de comportarse de las diferentes
categorías de fieles: mujeres (1 Tim 2,9-15), viudas jóvenes (5,11-16),
esclavos (6,1-2), ricos (6,17-19), ancianos, ancianas y jóvenes (Tit 2,1-5).
La organización de las
comunidades está centrada en los que ejercen los cargos: epíscopoi (dirigentes,
que no corresponden aún a los actuales obispos), presbyteros (responsables,
lit. "ancianos", título tomado de la institución judía, tanto local,
"concejales", cuanto nacional, "senador", o sea miembro
laico, no sacerdotal, del Consejo o Sanedrín que rodeaba al sumo sacerdote; tampoco
corresponden aún a los actuales presbíteros, de un carácter clerical mucho más
acentuado). Es muy probable que dirigentes y responsables fueran dos nombres
para la misma función (Tit 1,5-7), aunque es posible que el dirigente fuese el
primero de los responsables. Los auxiliares (diákonoi) completaban el cuadro
organizativo. Los responsables tenían un sueldo (5,17), asimilándolos de algún
modo a los funcionarios civiles.
Una institución importante
en estas comunidades era la de las viudas, mujeres ancianas de buena conducta
dedicadas a la oración (1 Tim 5,5-10).
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