Timoteo, destinatario de las dos primeras, era natural de Listra en Licaonia, hijo de padre pagano y madre judeocristiana (Hch 16,1), de nombre Eunice (2 Tim 1,5); también su abuela materna Lois había sido cristiana (2 Tim 1,5). Quizá lo conoció Pablo cuando estuvo en Listra por primera vez durante sus largos años de trabajo en Asia Menor (Hch 14,6-20), pero de hecho lo escogió por compañero al pasar por Listra en su primer viaje a Macedonia y Grecia (Hch 16,3). Para no chocar con los que conocían su ascendencia judía, Pablo lo circuncidó (Hch 16,3). Desde entonces fue constante compañero de Pablo: en Filipos, Tesalónica y Berea, donde se queda algún tiempo (Hch 17,14-15), se reúne con Pablo en Atenas, de donde Pablo lo envía otra vez a Tesalónica para tener noticias de aquella comunidad (1 Tes 3,2.6); vuelve a reunirse otra vez con Pablo en Corinto (Hch 18,5; 2 Cor 1,19), está con él en Éfeso en el segundo viaje y Pablo lo manda con Erasto a Macedonia (Hch 19,22), y acompaña a Pablo en su vuelta a Jerusalén llevando el resultado de la colecta (Hch 20,4). Pablo le encargó misiones de confianza en Corinto (1 Cor 4,17.16,10) y en Filipos (Flp 2,19-23); lo asocia a sí en la dirección de varias cartas (2 Cor 1,1; Flp 1,1; 1 Tes 1,1; 2 Tes 1,1). Cuando Pablo aparece en la cárcel, Timoteo se encuentra en la misma ciudad (Col 1,1; Flm 1). Era, pues, hombre de confianza de Pablo, aunque de carácter tímido (1 Cor 16,10). Aparte de las cartas a él dirigidas, la última mención de Timoteo es la de Heb 13,23).
Tito, por su parte, no aparece en Hch como compañero de Pablo , pero éste lo cita como compañero suyo en la asamblea de Jerusalén (Gál 2,1.3). Fue Tito quien llevó a Corinto la "carta de las lágrimas", calmando la situación y dando un empujón a la colecta (2 Cor 2,13; 8,6-7; 13,18) y volvió a Corinto con la carta 2 Cor (8,6.16-17.23). En 2 Tim se menciona que Tito está en Roma con Pablo y que ha salido para Dalmacia (2 Tim 4,10). Tito debía de ser hombre de muchas cualidades y buen diplomático, pues consiguió apaciguar a los corintios (2 Cor 7,13-15), misión en la que, según parece, había fracasado Timoteo.
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