2 1Según esto, lo primero que recomiendo es que se tengan súplicas y oraciones, peticiones y acciones de gracias por la humanidad entera, 2por los reyes y todos los que ocupan altos cargos, para que llevemos una vida tranquila y sosegada, con un máximo de piedad y decencia. 3Esto es cosa buena y agrada a Dios nuestro salvador, 4pues él quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad.
5Porque no hay más que un Dios y no hay más que un mediador entre Dios y los hombres, un hombre, el Mesías Jesús, 6que se entregó en rescate por todos. Ese testimonio se dio a su debido tiempo 7y de él me han nombrado pregonero y apóstol -digo la verdad, no miento- para enseñar a los paganos la fe y la verdad.
8En cualquier lugar que sea, quiero que las oraciones las digan los hombres; que levanten manos inocentes, sin ira ni rencores. 9Por lo que toca a las mujeres, que vayan convenientemente arregladas, compuestas con decencia y modestia, sin adornos de oro en el peinado, sin perlas ni vestidos suntuosos; 10adornadas con buenas obras, como corresponde a mujeres que se profesan piadosas.
11La mujer, que escuche la enseñanza, quieta y con docilidad. 12A la mujer no le corresponde estar quieta, 13porque Dios formó primero a Adán y luego a Eva. 14Además a Adán no lo engañaron, fue la mujer quien se dejó engañar y cometió el pecado; 15pero llegará a salvarse por la maternidad, con tal que persevere con fe, amor y una vida santa y modesta.
EXPLICACIÓN.
1-15. La oración por los reyes puede interpretarse como dirigida a evitar la persecución o, más probablemente, como un reconocimiento de los beneficios (vida tranquila y sosegada) que se derivan de una buena administración del Estado. Ya los judíos ofrecían oraciones , en el templo, sacrificios, por el emperador. No hay categorías de hombres excluidas de la salvación (1-4).
Los antiguos mediadores han pasado, entre ellos, Moisés (cf. Gál 3,19). Un hombre... que se entregó, etc. (5b-6), traduce en lenguaje más griego (Mc 10,45; en rescate por todos, cf. Is 53,11s. Misión del apóstol (7).
Levantar las manos era gesto común en la oración, lo mismo entre judíos que entre paganos (8). Las instrucciones sobre el adorno femenino son las corrientes entre los moralistas del tiempo (9-10).
El autor subraya la condición subordinada de la mujer en la reunión cristiana, según los criterios de la época, quizá oponiéndose a la libertad e importancia que adquirían las mujeres en las primeras comunidades. Aduce dos argumentos tomados de la tradición judía: la creación del hombre antes que la de la mujer (Gn 2,18-24; cf. 1 Cor 11,3.8s) y el hecho de que fue ésta la que se dejó engañar (Gn 3,6). La afirmación de que la mujer se salva por la maternidad era común en la época, aunque el concepto cristiano de salvación hace que el autor añada otras condiciones (11-15).
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